
Muchos fueron los cazadores que salieron precipitadamente al bosque, llevando consigo las mejores trampas; pero el más humilde de todos, antes de partir, fue a ver a Orunla quien le hizo ebó con un hueso de jamón y un cordel, indicándole que lo llevara a lo alto de la loma y se acostara cerca.
Al olor del hueso, acudieron muchos animales, entre los que se encontraba el mono de las nueve colas. Cuando el cazador vio que estaba entretenido, fue halando poco a poco el cordel, hasta que tuvo el animal al alcance de sus manos, lo ató con la soga y partió para el palacio de Olofin, quien feliz, por haber recobrado la alegría de su hija, se la concedió en matrimonio.
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