#PortalAfricanista El vudú como Martínez excelentemente nos dice:
…no es otra cosa que el culto a las deidades de la naturaleza, como sucede en la
mayoría de los ritos africanos. Los vodún (plural) son las deidades que representan
el plano intermedio que está entre el Dios supremo y los hombres.1
Haití lo tenemos olvidamos. A Haití no queremos voltear a verlo.
Este país empobrecido, que no ha
conocido la tranquilidad desde el momento de su independencia en 1804, cuenta con 27.000 Km.
cuadrados de territorio en sus tres cuartas partes árido y erosionado. Gran parte de sus habitantes
apenas alcanzan el mínimo nivel de sobrevivencia. Haití ha sido excluido históricamente por los
organismos internacionales o, en todo caso, su presencia en ese tipo de eventos era precedida por
largas discusiones como sucedió en 1826, con el Congreso Anfictiónico de Panamá. Haití es un punto sin luz en el mapa de América Latina. Se puede comparar como alguno de los países del
continente africano con alto grado de marginación, corrupción, falta de servicios de salud,
educación nula. Es un país puesto de lado, ignorado durante casi un siglo, llevado al olvido o en
indiferencia internacional igual que en África una ex-colonia francesa, quizá si fuera un país con
una forma de gobierno de monarquía constitucional parlamentaria o un departamento de ultramar su
situación fuera otra. Los marines norteamericanos ocuparon militarmente Haití por 17 años desde
1919 a 1934 desatando una campaña feroz de desprestigio de la cultura y de sus habitantes
convirtiendo a Haití en el país de las sombras y de los zombis, en el país del vudú, para muchos
como hemos mencionado sinónimo de magia negra, cultos salvajes y oscuros, nombrándola la más
negra de todas las magias. A la miseria de los habitantes se le añadió la falsa convicción de una
pobreza cultural en la que el vudú, como centro de esa cultura, fue atacado por todos los gobiernos
en un plan de destruir la cultura ancestral: pocos objetos del culto se salvaron en la llamada
Campaña anti supersticiosa orquestada por la iglesia católica en 1943. Pero no se había visto lo más
lamentable, cuando el régimen tiránico de los Duvalier manipuló el culto vudú y el propio Papa
Doc se proclamó supremo sacerdote. Así, esta religión que había sido desde sus inicios fuente de
rebelión y de protesta, se pervirtió con la injerencia directa del poder político en su liturgia. En
1996, tras la visita del «príncipe de Allada», se inició en Haití el movimiento de Leglise de Zantray.
Algunos hounganes (sacerdotes) reconocidos pretendían estructurar el vudú a la manera de la
Iglesia católica. Para ello empezaron a realizar, por ejemplo, misas dominicales de contenido
vuduizante pero siguiendo unas formas muy similares a las católicas, con bendición del pan y del
vino incluida.
Al margen de las disputas surgidas entre los adeptos del vudú sobre la legitimidad o no legitimidad
de este fenómeno, algo parece claro: el vudú, o mejor dicho cierto vudú, no quiere perder terreno en
una batalla permanente con el catolicismo y otras corrientes del cristianismo.
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